El Congreso retoma el caso Alito en medio de tensiones legales y políticas

Por Bruno Cortés

 

En el Congreso mexicano pasan cosas que suenan a novela, pero que en realidad tienen mucho que ver con cómo se ejerce o se detiene la justicia en este país. El diputado Jaime Humberto Flores Cervantes, que preside la Comisión Jurisdiccional en San Lázaro, soltó esta semana algo que pocos entienden pero que muchos deberían saber: el caso del juicio de procedencia contra el senador Alejandro Moreno (sí, “Alito”, el líder del PRI), sigue vivo, aunque esté avanzando a paso de tortuga.

El diputado no lo dijo con todas sus letras, pero el mensaje fue claro: antes de que se acabe julio, quiere sentarse con los integrantes de la famosa Sección Instructora, ese órgano de la Cámara de Diputados que tiene la tarea de revisar si un político debe ser juzgado o no. Nada más y nada menos.

¿Y qué están esperando? Bueno, el proceso lleva rato atorado. Según Flores, no es que estén «reactivando» nada, sino que el asunto ya estaba en curso desde antes y simplemente lo están empujando hacia adelante. Básicamente, dice que no se están inventando nada, que solo están siguiendo el caminito legal que quedó a medias. Todo muy institucional, muy correcto.

Además, contó que ya habló con el coordinador de Morena en el Senado, Ricardo Monreal, quien le pidió algo que suena simple, pero que en política rara vez se cumple: “apegarse a derecho”. O sea, no mezclar lo político con lo legal, aunque todos sabemos que en estos casos es como pedirle a un pastel que no sea dulce.

Sobre el senador Moreno, el diputado dejó claro que todavía no es el momento procesal para llamarlo a comparecer. Es decir, aún no se llega a la etapa en la que le pueden pedir su versión de los hechos, porque están revisando documentos de la Fiscalía de Campeche que llegaron hace más o menos un mes. Nada de prisas.

Y si te preguntas por qué todo esto se complica, Flores también dio una pista: el proceso puede enredarse más si entran los famosos amparos. Por eso, no quiere emitir opiniones legales que puedan echar a perder el avance del caso. Está jugando el juego con cuidado, como ajedrecista que sabe que cualquier movimiento en falso le puede costar la partida.

También salió al tema el caso del exfutbolista y actual diputado Cuauhtémoc Blanco, pero ahí sí el diputado dijo que no hay nada concreto. La Fiscalía de Morelos no ha mandado ni una hoja, y como dijo con claridad: “ante la Sección Instructora no tenemos mayor información”.

Y ojo, porque en medio de todo esto, Flores soltó una bomba que pinta de cuerpo entero el problema de fondo: hay mil 200 juicios políticos atorados. Sí, más de mil. Y eso se debe, según él, a que la Subcomisión de Examen Previo, que debería estar sesionando para revisar los casos, está más congelada que los refrigeradores de un Oxxo. Mientras no se active, todas esas quejas seguirán empolvándose en alguna gaveta del Congreso.

Por eso, el diputado promueve una reforma: quiere que la función jurisdiccional no esté concentrada en un solo órgano. En cristiano: que no dependa de un solo engrane para que todo el sistema funcione. Dice que si logra eso antes de que termine su mandato, se sentirá satisfecho, porque así se destraba el embudo legislativo.

Así va la historia. Entre procedimientos que nadie entiende, declaraciones que suenan a promesa y un sistema que se empantana más de lo que avanza, el Congreso mexicano vuelve a mostrarnos que en política, la justicia camina lento… cuando camina.

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